Con el presente trabajo, nuestros compañeros Federico Martínez y Carlos Sarompas ponen sobre la mesa uno de los aspectos científico-arqueológicos más controvertidos del periodo prehistórico de nuestra región, la presencia/ausencia, no ya de restos fósiles de nuestros antepasados homínidos, sino de las evidencias de su cultura material. Más teniendo en cuenta que en regiones vecinas ambos aspectos han sido bien documentados, constatando la ocupación y explotación de su territorio por parte de comunidades humanas durante el Paleolítico.
Y ello lo hacen a través de este pequeño trabajo, inédito por otra parte (cosa que agradecemos), de una manera divulgativa y amena, aunque sin perder un ápice de rigurosidad. Un texto que viene acompañado de una amplia bibliografía para todos aquellos que se sientan interesados y atraídos por el tema y quieran profundizar algo más al respecto.
Sin más, de nuevo agradecer a Carlos y a Federico su compromiso con nuestro Patrimonio, el conocimiento de nuestro Pasado y su divulgación.
¡Toc, toc!: hola, ¿hay alguien ahí?... nadie responde.
Y ello lo hacen a través de este pequeño trabajo, inédito por otra parte (cosa que agradecemos), de una manera divulgativa y amena, aunque sin perder un ápice de rigurosidad. Un texto que viene acompañado de una amplia bibliografía para todos aquellos que se sientan interesados y atraídos por el tema y quieran profundizar algo más al respecto.
Sin más, de nuevo agradecer a Carlos y a Federico su compromiso con nuestro Patrimonio, el conocimiento de nuestro Pasado y su divulgación.
¡Toc, toc!: hola, ¿hay alguien ahí?... nadie responde.
Esa puerta a la que metafóricamente tocamos, está cerrada
de momento para los investigadores y para los que queremos conocer
la Prehistoria de la Costa granadina, en lo que a
la presencia humana durante el Paleolítico y el Mesolítico (período
arqueológico que se sitúa entre el final del Paleolítico Superior y el
Neolítico) se refiere.
Y por si
fuera poco, sobre nuestra imaginaria puerta parece estar escrito este texto de
advertencia: "Está usted abandonando
la zona de confort del Neolítico, se recomienda no pasar, no garantizamos su
seguridad intelectual".
Entonces, vamos
a ver que yo me entere: el género Homo/humano
existe en la Tierra desde hace más o menos tres millones de años, ¿pero ninguno
de nuestros congéneres se dignó, al parecer a darse una vueltecita
por aquí hasta hace unos 7500 u 8000 años? ¡¡Toma ya!! ¡¡2.992.000 años, poco
más o menos, sin darse cuenta que existía la Costa Tropical!!
Al menos de
momento, no tenemos certezas (aunque sí indicios, como veremos después) de que
grupos humanos vivieran en estas tierras antes que las gentes neolíticas,
aunque cierto es también que buscar, lo que se dice buscar, tampoco es que se
haya buscado demasiado, porque casi todo lo que conocemos del pasado
prehistórico de la Costa granadina es fruto de la casualidad, del expolio o de
intervenciones arqueológicas prospectivas motivadas, la mayoría de ellas, por
la construcción de infraestructuras o de edificios.
Grosso modo, estas son las fuentes arqueológicas
de las que bebemos en lo que al conocimiento de la Prehistoria de nuestra Costa se refiere:
·
Los dos
sondeos de la Cueva del Capitán (Pellicer, 1962 y Navarrete, 1970).
·
La
excavación de urgencia en el Peñón de Salobreña (Arteaga, 1993).
·
El proyecto
de prospección del sector oriental de la costa de Granada
dirigido por Antonio Malpica bajo el título "Análisis de las
secuencias del poblamiento medieval de la costa granadina y el Proyecto
Geoarqueológico de las costas de Andalucía”.
·
El llamado "Proyecto Costa", en el sector de la costa mediterránea
andaluza, entre 1985 y 1988 (Hoffmann, 1988; Arteaga y Hoffmann, 1999).
· Los estudios
de los materiales hallados y las prospecciones superficiales realizadas en
la sima de los Intentos y en la cueva de las Campanas de Gualchos-Castell
de Ferro (Mengíbar et al. 1983; Navarrete, 1986); en la de los Murciélagos de Albuñol (Carrasco
y Pachón, 2009 y 2010); y en la zona de los Tajos de los Vados (Martínez
Rodríguez, 2014).
·
Además de
las diferentes prospecciones realizadas principalmente con motivo de la
realización de infraestructuras.
Por otra
parte, sabemos que hubo ocupación anterior al Neolítico en lugares que se
encuentran dentro de un radio de 50 km del punto central de la Costa granadina
(que viene a ser más o menos Motril), como en las malagueñas cuevas de
Nerja y del Boquete de Zafarraya (Alcaucín) o en la granadina de los Ojos
(Cozvíjar). La primera de ellas con secuencias estratigráficas del Paleolítico
Superior que alcanzan el periodo Gravetiense (Aura et al., 2002, 206,
2010; Jordá y Aura, 2006, 2008a, 2009; Jordá et al., 2008b; Sanchidrián
et. al. 2013), hace algo menos de 300.000 años.
La segunda
con ocupaciones que se remontan al final del Paleolítico Medio, hace unos 50.000
años, donde está atestiguada paleontológicamente su ocupación por el hombre de
Neanderthal (Homo neanderthalensis) (coord. Barroso, 2003); y la de los
Ojos, que bien pudo ser un campamento temporal recurrente de
cazadores solutrenses (unos 20.000 años, Paleolítico Superior) (Toro y
Almohalla, 1985).
Pero, aunque
la falta de investigación sea probablemente determinante a la hora de explicar
la ausencia de pruebas de la presencia humana en nuestra comarca
antes del Neolítico, hay sin duda otros factores que debemos tener en cuenta.
Porque no
debemos perder de vista que muchas de estas pruebas seguramente
están ocultas por los sedimentos que cubrieron las orillas menos
escarpadas de los valles fluviales, primero inundadas por la subida del
mar postglacial, que llamamos Transgresión flandriense (que tuvo su máximo aproximadamente
6.500 años) y luego colmatados, bien por las propias aguas del mar de
Alborán, que en su ascenso inundaron la llanura costera que
se extendía hasta el borde de la plataforma continental que dejó al
descubierto la acumulación de hielo durante la última fase glacial, borrándose
con ello las pruebas que tanto anhelamos, bien dejándolas solo accesibles a los
submarinistas.
Sin duda,
todas estas incertidumbres y vaivenes geomorfológicos y paleoceanográficos, ayudaron
a proponer la hipótesis de que los restos preneolíticos de la Costa granadina
habría que buscarlos seguramente en los barrancos tributarios del Guadalfeo que
quedaron libres de esta dinámica postglacial, especialmente en las terrazas que
se formaron por encima de las antiguas desembocaduras.
De igual
manera, la escasa densidad poblacional de los cazadores-recolectores, y lo
esporádico y disperso de sus ocupaciones, tampoco han ayudado demasiado, dejando escasísimos
rastros materiales para que haya ciertas posibilidades de encontrarlos. Porque,
esa es otra, estos y estas cazadores-recolectores-mariscadores-pescadores no
solo deben haber dejado pistas de su presencia, sino que además hay que
encontrarlas, y teniendo en cuenta, por si fuera poco, la tremenda
transformación del territorio que se ha sufrido en estas costas (escuché a
alguien decir una vez que a estas tierras el hombre le había dado la vuelta
como a un calcetín) termina por convertir nuestro empeño
en una "misión imposible".
Entonces,
¿no tenemos nada que nos haga sospechar que algún preneolítico nos hiciera el
honor de visitar alguna vez nuestra costa? Bueno, nada nada, no, pero casi, ya
que hasta ahora solo disponíamos de los comentarios que realizó Pellicer
(1993) sobre la posible presencia de un nivel estratigráfico mesolítico en
el ya mencionado sondeo de la cueva del Capitán, y sus conjeturas sobre "... la muy probable existencia de
[...] industrias primitivas de cantos tallados en ramblas [...] como la de
Escalate [...] del Guadalfeo, o la de Molvízar...". Así como las
alusiones de Francisco Lombardo, antiguo párroco de Salobreña, a unas
hachas paleolíticas halladas en el término salobreñero (1988),
probablemente en referencia a una de las
piezas que se conservan en la Exposición Arqueológica Municipal
de esta localidad, que Pellicer
(1993) cita como procedente del Monte Hacho y atribuye al Calcolítico, pero que
Lombardo (la persona que la donó a la Exposición) manifestó que procedía del
interior de la provincia, y que nosotros consideramos que tipológicamente parece
atribuible al Paleolítico Inferior.
Y decimos hasta ahora porque la
recuperación en los
fondos arqueológicos municipales de Salobreña de una
raedera lateral apuntada de sílex, de tecnología musteriense, propia del
Paleolítico
Medio, procedente de uno de los barrancos cercanos a Lobres, puede erigirse en
la primera pieza arqueológica paleolítica de toda la costa granadina, con las reservas propias
derivadas del desconocimiento de su contexto concreto. Este hecho permitiría
retrotraer la cronología de los primeros pobladores en nuestra región del Neolítico (6.000-5.000 a.C.) hasta
hace unos 40.000-30.000 años, devolviéndonos una ilusión casi perdida por encontrar huellas de la presencia de los
primeros humanos paleolíticos en la Costa granadina.
Carlos E. Sarompas Cazorla y Federico Martínez
Rodríguez.
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doi:10.3406/bspf.1985.8673
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