domingo, 3 de enero de 2021

"Lejos de las leyes de los hombres...". CRÓNICAS DE HAMID AL-SALAWBINI. EL RETORNO A LA MADINA DE LOS DOS MARES.

Lejos de las leyes de los hombres, donde se diluye el horizonte”. Esa fue la respuesta a la pregunta de mi buen amigo Ruyyi cuando le hice saber mi decisión, ya bien madurada, de abandonar mi tierra, espetándome que a dónde iba a ir, como si no hubiera un sitio mejor que esa tierra que nos vio nacer y crecer y que ya hacía tiempo formaba parte de nuestra propia piel, y ello a pesar de la negra sombra que desde hacía décadas se cernía sobre nosotros, sobre nuestro mundo, nuestra cultura y nuestra propia digna existencia en forma de fanatismo y obsesiva sed de venganza, avaricia y poder, abandonados y vendidos como estábamos por parte de nuestros gobernantes, más preocupados en sus clánicas luchas personales. Una amenaza que cada día que pasaba se hacía más patente e inevitable, cual tormenta de otoño cuyas torrenciales consecuencias vemos venir cada año desde poniente y que inexorablemente se abate y arrasa sin piedad toda la vega, desde que asoma por Madina Lauxa hasta que finalmente topa contra Yebel Xulayr, acabando de descargar su furia sobre nuestra capital Madina Gharnata.

El mundo que habíamos conocido, nuestro mundo, ya no era más que un muñeco en manos de los maquiavélicos reyes cristianos, los cuales tejieron con excelente y sádica perfección una red constrictora digna de las míticas y antiguas Moiras. Una verdadera tela de araña cuyo entramado iban urdiendo nuestros propios gobernantes. Ya sólo cabía agachar la cabeza de la forma más digna posible o plantar cara de manera definitiva y asumiendo las fatales consecuencias. Y en eso se debatían nuestros reyes Abu Abd Allah Muhammad ibn Alí “az-Zughbi” y su tío Abu Abd Allah Muhammad “az-Zagal” en aquellos últimos y agonizantes años de esta nuestra tragedia que tan evidente se hacía, a pesar de la epicúrea y vitalista visión de mi querido amigo Ruyyi, cuyo mundo se circunscribía a su mar, su barca, sus frugales aunque no menos hedonistas comidas y sus amenas conversaciones. Claro que la vida en Madina Salawbinya no era la misma que en la capital del reino.

En estas tribulaciones andaba aquella mañana, una de tantas, similares en apariencia pero diferentes en su esencia, como el río del célebre Heráclito, cuando como cada mañana, recostado en este viejo y robusto algarrobo que corona la suave loma desde la que se divisa esta abrupta y serpenteante costa, y disfrutando del agradable masaje facial de la matutina y revitalizante brisa marina, Abdel venía con su habitual parsimonia y su sonrisa benefactora cargado de higos recién cogidos a darme los buenos días, ahora que acababa de asomar el sol y después de su primera oración.

Después de tanto tiempo aún me costaba hacerme a la idea de que aquí el astro solar despunta por la derecha del algarrobo, acostumbrado como estuve a verlo aparecer por mi izquierda, en aquel otro algarrobo que me acompañaba y me enraizaba en mis rituales matutinos allá en mi Salawbinya natal, justo frente a estas costas que ahora me acogen.

A pesar de los años que pasé fuera de ella durante mi periodo de formación en Madina Gharnata, y de los años que llevo habitando en estas costas enfrentadas a las que fueron las costas nazaríes, sigo teniendo muy presente y vívido el recuerdo del día en que me decidí abandonar mi vida en la bulliciosa y cada vez más sentenciada capital para regresar a mis orígenes, si bien no tenía claro si me instalaría o apostaría por cruzar a estas costas, como mi voz interior me venía susurrando viendo la deriva que los acontecimientos estaban tomando en el reino, no ya por el incesante acoso cristiano, sino sobre todo por las intestinas luchas de nuestros dirigentes, dejándonos a todos en el desamparo y a merced de lo que sabíamos se nos avecinaba después de la caída de Malaqa y Runda un par de años antes.

Fue tras aquellas conquistas que las cosas iban a cambiar todavía más drásticamente y en breve, como bien a las claras vi en la desbocada y desquiciada Gharnata, auténtico campo de batalla entre fanáticos partidarios de un baño de sangre en defensa de una cultura y un modo de vida ya en creciente degeneración, regada con el odio y la venganza y atizada por los ulemas aulladores (como gustaba llamarlos a Sahid, mi maestro e Imam de Salawbinya), y defensores de una rendición honrosa ante aquellos cristianos venidos de múltiples ciudades del mundo de la Cristiandad, ansiosos de botín y carne amparados como estaban por su Santa Iglesia.

 

Sí, lo tenía decidido. Subiría en uno de esos pequeños barcos para ir al lugar del que le habló Ibrahim. Una pequeña alquería situada en un valle estrecho, perdida entre dos montañas. Con pocas casas y cortas distancias paralizada eternamente entre el otoño y la primavera y habitada apaciblemente por viejos agricultores y tenaces pescadores, entre las lomas de tonalidades entre pardas y oliváceas y el manto azul cobalto de nuestro Bahr al-bur'aan, coronada por la zawiyya del viejo sabio venerado desde donde contemplar los plácidos baños de la luna en el mar... lejos de las leyes de los hombres...”.


Patrimonio Bajo Guadalfeo  Wadi al-fā’w

domingo, 20 de diciembre de 2020

PIEZAS DE UN MUSEO ABANDONADO (II). Molino de mano calcolítico.

 Para un griego, un museo era un recinto sagrado en honor de las Musas, hijas de la Memoria, las diosas de la inspiración. La Academia de Platón y, más tarde el liceo de Aristóteles, tenían su sede en bosquecillos consagrados a las musas porque el ejercicio del pensamiento y la educación podían entenderse como actos metafóricos y luminosos de culto a las nueve diosas.

 El Museo de Ptolomeo llegó más lejos: fue una de las instituciones más ambiciosas del helenismo, una primitiva versión de nuestros centros de investigación, universidades y laboratorios de ideas. Se invitaba al Museo a los mejores escritores, poetas, científicos y filósofos de la época”.

 “El infinito en un junco. La invención de los libros en el mundo antiguo”

Irene Vallejo, Siruela (2020)


En esta segunda entrega de piezas de nuestro museo abandonado vamos a mostraros uno de los elementos capitales para la primera de las revoluciones que protagoniza la humanidad, la llamada revolución neolítica.

La revolución neolítica es un largo proceso de miles de años en el que las comunidades humanas consolidan una serie de nuevos patrones de vida, producción y consumo respecto al periodo paleolítico. Se abandona definitivamente el nomadismo en favor del sedentarismo, dando lugar a poblados estables como centros neurálgicos de un nuevo sistema socioeconómico. Es en este momento en que el ser humano deja de depender de lo que le da y ofrece el medio (de ahí que fuera nómada, en búsqueda constante de recursos para su sueprviviencia) para comenzar a ser un elemento de transformación del paisaje con el objeto de obtener de forma sistemática bienes de consumo para su supervivencia. Es el momento, pues, de la triple domesticación:

  • Domesticación vegetal (agricultura, recolección, silvicultura).
  • Domesticación animal (caza, pesca, marisqueo).
  • Domesticación del medio, transformado el entorno con el objeto de hacerlo más apto a sus nuevas necesidades económicas centradas en la agricultura y la ganadería (aterrazamientos, deforestaciones, canalizaciones de riego).

Igualmente este periodo trae nuevas mejoras tecnológicas, siendo las más conocidas la aparición de la piedra pulimentada (elemento que da nombre al periodo: Neolítico significa piedra nueva, en el sentido de que está pulimentada, importante avance tecnológico a la hora de poder moler el grano de los cereales cultivados y de ese modo obtener la harina para elaborar panes, sopas y gachas); la aparición de la cerámica como objeto de transporte, almacenaje y elaboración de productos alimentarios (vasijas de almacenaje, ollas para cocer alimentos, etc.); el trabajo de cestería, complementario a los objetos cerámicos, tanto para elaborar piezas de almacenaje y transporte, como moldes para confeccionar y moldear las diversas piezas cerámicas, así como múltiples objetos de uso cotidiano como cuerdas y cordeles. No nos olvidamos de la confección de ropas y vestimentas.

Finalmente, otro de los aspectos definitorios de este periodo es la incipiente organización, división y estratificación social de estas comunidades humanas. Es el momento en que aparecen ciertas figuras que lideran el grupo, el cual se organiza en base a ellas, su organización del trabajo y el acceso a los bienes de consumo comunitarios. Esencialmente, y resumiendo mucho, estamos hablando de la aparición de pequeños grupos que controlan, organizan y gestionan las tareas agrarias (algo así como la aristocracia local) y los que se encargan de velar por los aspectos más espirituales de la comunidad: los sacerdotes o casta religiosa.

La pieza que os mostramos a continuación es un fragmento de molino de mano, pieza hecha de piedra debidamente pulimentada mediante la cual se podía molturar el grano duro del cereal para obtener harina con la que elaborar pan, sopas y cremas o gachas, representando a partir de entonces uno de los pilares de la alimentación humana.

 Patrimonio Bajo Guadalfeo  Wadi al-fā’w

 

MOLINO DE MANO CALCOLÍTICO

(Foto: autores)

Descripción

Pieza de molino fragmentado, de perfil ovalado. Las dimensiones máximas conservadas son: 19 × 21 × 6 centímetros. El anverso es bastante aplanado, mientras que el reverso está más descuidado.

Los molinos prehistóricos constaban de dos piezas: una pasiva de buen tamaño y otra activa más pequeña y adaptable a la mano (moledera o mano de molino).

 Materia y fabricación

Se trata de una pieza de roca arenisca de grano grueso. Está fabricado mediante desbaste general, piqueteado y regulación de ambas caras, y aplanado muy regular de la cara útil.

Lugar de procedencia

 Procede de Cortijos de Porra Negra, yacimiento al que también se le ha denominado Rambla de Cañizares (Vélez Benaudalla, Granada).

Funcionalidad

El uso común de estas piezas debió ser molturar a mano los granos de cereales para obtener harinas, pero también servían para triturar otros vegetales cultivados o silvestres, o ciertos minerales. Para ello se golpeaba y se frotaba la sustancia a triturar con la moledera sobre la piedra de molino.

 Cultura y cronología

Esta piedra de molino procede de un asentamiento asignable esencialmente al Calcolítico antiguo-pleno (3.000-2.500 a.C. aproximadamente).

Contexto histórico-arqueológico

El yacimiento Cortijos de Porra Negra constituye un interesante poblado fortificado de pequeño tamaño, detectado a finales de la década de los años 80 del pasado siglo (Escoriza y López, 1987), que permanece prácticamente inédito y necesita un estudio adecuado.

En relación a los molinos y molederas, estamos ante útiles propios de los poblados de los primeros grupos humanos agropecuarios del Neolítico, que tienen su máximo desarrollo durante todo el Calcolítico y perduran en la Edad del Bronce. Estos molinos, cuando se encuentran en su posición original, suelen aparecer en el interior o justamente en el exterior de las cabañas, formando parte de estructuras de moliendas fabricadas con piedras a modo de pollete, sobre las que se colocaba el molino y, junto a él, una olla de almacenamiento para recoger la harina.

 Bibliografía de la pieza

De este fragmento de molino aparece publicada una foto en Esquivel, J. A.; Aranda, G. (2007): “De cazadores recolectores a agricultores y ganaderos. La prehistoria reciente en la Costa de Granada”, en: J. A. Esquivel et alii, Patrimonio Arqueológico de la Costa de Granada: 12-71. Ayuntamiento de Gualchos-Castell y Diputación de Granada.

Reseñar que en el pie de dicha publicación se indica equivocadamente que procede del Monte Hacho.

Autores: Federico Martínez Rodríguez y Carlos E. Sarompas Cazorla. 



miércoles, 16 de diciembre de 2020

PIEZAS DE UN MUSEO ABANDONADO (I). Cabeza femenina de terracota.

 Para un griego, un museo era un recinto sagrado en honor de las Musas, hijas de la Memoria, las diosas de la inspiración. La Academia de Platón y, más tarde el liceo de Aristóteles, tenían su sede en bosquecillos consagrados a las musas porque el ejercicio del pensamiento y la educación podían entenderse como actos metafóricos y luminosos de culto a las nueve diosas.

El Museo de Ptolomeo llegó más lejos: fue una de las instituciones más ambiciosas del helenismo, una primitiva versión de nuestros centros de investigación, universidades y laboratorios de ideas. Se invitaba al Museo a los mejores escritores, poetas, científicos y filósofos de la época”.

De esta manera recuerda la filóloga clásica y escritora aragonesa Irene Vallejo, en su deliciosa obra El infinito en un junco. La invención de los libros en el mundo antiguo (Siruela, 2020), lo que era y representaba para la cultura clásica eso que hoy conocemos como Museo: un centro donde se cultivaba y gestionaba el Saber, en mayúsculas, como elemento de formación del espíritu, la persona y, en definitiva, el ciudadano. Pero no eran meros centros de “almacenaje” de libros o piezas como lo entendemos hoy día, sino centros de Cultura y Saber, donde se compilaba, generaba, y lo más importante, se fomentaba el Conocimiento, la Investigación y su Difusión, así, en mayúsculas también. Y es que el conocimiento sin difusión no tiene sentido y pierde toda su carga como elemento identitario y definitorio de la persona y de las comunidades humanas.

Con esta entrada pretendemos reivindicar el papel y la importancia de contar con un “centro de cultura y saber”. Pero no solo su simple existencia, sino además, e inexcusablemente, la necesidad de que este centro goce de una constante buena salud, la cual únicamente es posible manteniendo una actividad constante, generadora y regenerada como algo estrictamente necesario para la salud cultural e identitaria de toda comunidad humana actual. Somos lo que nuestros antepasados nos legaron, pero dejamos de ser “nosotros y nosotras” si olvidamos ese legado, si no lo conservamos, y difundimos, y para ello hay que “aprender a valorarlo”. Más en estos tiempos de homogeneización globalizadora sociocultural.

En este sentido, y de forma periódica, vamos a ir dando a conocer el importante patrimonio arqueológico que el museo municipal alberga y que el pasado año 2015 fue compilado en una publicación en la que se recogía, en forma de  catálogo, las piezas más relevantes de cada periodo histórico, desde la prehistoria hasta la Salawbinya andalusí.

Sin duda un esfuerzo importante e interesante por parte del consistorio municipal que hay que agradecer y agradecemos desde aquí, pero que quedó como hecho aislado y sin la necesaria continuidad que pudiera representar el inicio de un interesante proyecto de recuperación y difusión patrimonial como uno de los sellos y elementos distintivos de la localidad, entendiendo como venimos defendiendo desde nuestros inicio que el Patrimonio no debiera de tener color político. Una iniciativa que debiera de enmarcarse dentro de un proyecto y apuesta mucho mayor y más ambiciosa que sería la confirmación definitiva del tan reivindicado Centro de Estudios Locales como elemento atomizador de la política patrimonial, cultural y económica salobreñera.

Así pues, como ha quedado dicho, vamos a ir dando a conocer diversas piezas relevantes y de primer nivel histórico-arqueológico que actualmente forman parte de la colección expositiva del museo, a pesar de permanecer cerrado al público desde hace unos (demasiados) años. Y para inaugurar esta “sección” de piezas hemos escogido la pieza que protagoniza la portada del citado libro publicado en 2015. El texto, análisis y estudio corre a cargo de nuestros compañeros Federico Martínez Rodríguez y Carlos E. Sarompas Cazorla. La imagen de la pieza es autoría de Gerardo Escobar.

Patrimonio Bajo Guadalfeo  Wadi al-fā’w


CABEZA FEMENINA DE TERRACOTA


Descripción

Representación de pequeña cabeza de divinidad cuyas dimensiones máximas son: 7,3×5,6 centímetros. Parte de la pieza se encuentra desgastada o perdida, especialmente la zona de la frente y la zona superior izquierda de la cara.

La cabeza aparece inclinada y algo girada, y sustentada por un cuello alto y robusto. La cara es redondeada, de estilo helenístico caracterizado por una boca pequeña, mentón redondeado, nariz recta y ojos sugeridos por el relieve de los párpados. El pelo se presenta recogido sobre la frente y hacia atrás en una especie de nodus. La oreja izquierda aparece adornada con una plaquita con forma de disco. Este rostro es totalmente clásico, sin influencias del mundo ibérico o púnico, y recuerda a algunas representaciones de Afrodita, como la de Cnidia de Praxíteles, pero también podría relacionarse con ciertas imágenes de Apolo como el Apolo Lykeios.

Responde claramente a un modelo tardo-helenístico caracterizado entre otras cosas por el dinamismo. En las obras similares conocidas, de cuerpo completo, el movimiento comienza desde la pierna izquierda, curvando la cadera, prolongándose hacia el tronco y terminando con un giro de la cabeza hacia el lado contrario, con la vista perdida en la lejanía.

Fabricación

Barro cocido modelado probablemente a molde. La perforación detectada en la zona desconchada de la cabeza para la salida del aire en la cocción, así parece indicarlo.

Lugar de procedencia

Actual Peñón de Salobreña, antiguo islote marítimo. Hallazgo justamente anterior a las excavaciones de urgencia del verano de 1992.

Funcionalidad

Probablemente religiosa. Según Oswaldo Arteaga y sus colaboradores, este tipo de figurillas iría destinada al culto del santuario cuya existencia propuso inicialmente en el propio Peñón de Salobreña. Cultura y cronología: romano-helenística de fines del siglo III a mediados del siglo I a.C.

Contexto histórico-arqueológico

En principio, y según Oswaldo Arteaga y sus colaboradores, esta y otras terracotas del Peñón aparecieron asociadas a unos materiales cerámicos selectos importados (quemaperfumes, ungüentarios, lucernas, vasos caliciformes, kalatoi, etc.), relacionados seguramente con cultos religiosos, adscritos a un pequeño templo exento de plata cuadrangular del que se conservan dos muros (Arteaga et alii, 1992). Sin embargo, posteriormente, este mismo investigador duda sobre esta propuesta inicial. Por otro lado, José Navas, historiador y arqueólogo local, que formó parte de las excavaciones, nos recuerda que tanto las terracotas como buena parte de dichos materiales se hallaron fuera del supuesto santuario, que interpreta como una estancia de época romana asociada a la pileta de opus signinum inmediata. Defiende, además, que en el Peñón no hay evidencias de ningún santuario, durante estos siglos, y que debió funcionar más bien como un puerto y centro de redistribución de materiales, cerámicas y productos diversos.

Bibliografía de la pieza 

Arteaga, O.; Navas, J.; Ramos, J. F.; Roos, A. (1992): Excavación de Urgencia en el Peñón de Salobreña (Granada). Ayuntamiento de Salobreña.

Arteaga, O.; Blech, M.; Roos, A. M. (2007): «Las terracotas del Peñón de Salobreña (Granada). Contexto arqueológico y trascendencia histórica del santuario púnico-romano». SPAL, Monografías núm. 9: 219-256. Universidad de Sevilla.





 


domingo, 13 de diciembre de 2020

Ruinas y recuerdos de acuarela

Volvemos a las andadas con esta pequeña entrada sobre Salobreña como escenario y "musa" de pintores. En este caso os presentamos un oleo sobre lienzo que el pintor, ilustrador y fotógrafo estadounidense Wells Moses Sawyer pintó durante su estancia en España entre los años 1945 y 1950.

Esta obra, de 86 cm de alto por 102 cm de ancho, fue donada al Museo de Arte Moderno (Actual Museo Nacional del Centro de Arte Reina Sofía) en 1965 por parte de la esposa del pintor, si bien actualmente se encuentra cedida en depósito y expuesta en la Embajada española de Viena.

Interesante observar el estado en que se encontraba el alcázar-alcazaba andalusí a mediados del siglo XX, antes de que se realizaran las labores de restauración y consolidación de Prieto Moreno, que tan nefastas resultaron para el estudio y conocimiento científico y arqueológico del conjunto monumental. Igualmente es de resaltar el entramado urbano de la época, con las típicas casas pequeñas y bajas, algunos ejemplos de los cuales aún podemos observar paseando por el casco histórico de lo que fue la madina andalusí. Y no menos reseñable la visión de la vega (antigua ensenada de poniente, donde probablemente se situara la zona portuaria de época antigua, medieval y moderna) vestida del verde esmeralda de la caña de azúcar, una de las señas identitarias de la localidad y de la región que ya, por desgracia, hemos dejado perder en favor del gris hormigón y verde billete.

Os dejamos el enlace del Museo del Prado para que podáis observar y analizar la obra con más detalle y tranquilidad [https://www.museodelprado.es/coleccion/obra-de-arte/salobrea-granada/b95a985d-7ffd-41f3-a817-32733bc4dcb0].

Y si os animáis, podéis compartir vuestras impresiones y observaciones escribiéndonos a nuestro correo electrónico: patrimoniobajoguadalfeo@gmail.com. Haremos una recopilación y, con vuestro permiso, las iremos publicando en nuestro perfil de Facebook. Es con el intercambio de observaciones, sugerencias y opiniones que conocemos.

El conocimiento es de todos y para todos, y se construye entre todos.

Patrimonio Bajo Guadalfeo -- Wadi-l-faw






sábado, 14 de diciembre de 2019

"Lejos de las leyes de los hombres..." CRÓNICAS DE HAMID AL-SALAWBINI, RETORNO A LA MADINA DE LOS DOS MARES.

"Fue entonces cuando Hamid decidió abandonar la que fue su tierra, pues ya no le pertenecía (si es que alguna vez le perteneció algo). Las cosas iban a cambiar drásticamente y en breve, como bien a las claras vio en la desbocada y desquiciada Gharnata, auténtico campo de batalla entre fanáticos partidarios de un baño de sangre en defensa de una cultura y un modo de vida ya en creciente degeneración, regada con el odio y la venganza y atizada por los ulemas aulladores (como gustaba llamarlos a Hamid), y defensores de una rendición honrosa ante aquellos cristianos venidos de múltiples ciudades, ansiosos de botín y carne amparados como estaban por su Santa Iglesia.

Lo tenía decidido. Subiría en uno de esos pequeños barcos para ir al lugar del que le habló Ibrahim. Una pequeña alquería situada en un valle estrecho, perdida entre dos montañas. Con pocas casas y cortas distancias paralizada eternamente entre el otoño y la primavera y habitada apaciblemente por viejos agricultores y tenaces pescadores, entre las lomas de tonalidades entre pardas y oliváceas y el manto azul cobalto del Mediterráneo, coronada por la zawiyya del viejo sabio venerado desde donde contemplar los plácidos baños de la luna en el mar... lejos de las leyes de los hombres...”