Como ya
sabéis, el pasado día 9 de noviembre participamos en las III Jornadas de Arqueología
e Historia de la Costa Tropical, que desde hace unos años vienen celebrándose en
la localidad de Almuñécar. Fue una grata satisfacción que los organizadores (Concejalía de Cultura y Educación del Ayto. de Almuñécar, SKS Arqueología y Patrimonio y la Mancomunidad de la Costa Tropical) se
acordaran de nosotros para formar parte del cartel junto a otros compañeros
arqueólogos e historiadores.
Y lo hicimos con la representación de nuestro
compañero José María, quien realizó una ponencia mediante la cual desarrolló una somera visión geoarqueológica de la región del Bajo Guadalfeo desde la
Prehistoria hasta la Edad Moderna, haciendo hincapié en la incidencia que las
diferentes comunidades humanas han hecho sobre el entorno en el que se asentaron y en qué grado han contribuido a transformarlo.
Para la
ocasión, y como viene siendo habitual en nuestras participaciones en este tipo
de eventos, hemos contado con la crónica de Sara Flores Aneas, una joven
periodista salobreñera espontanea, fresca, incisiva y directa en sus escritos,
los cuales podéis leer de manera habitual en Motril Digital. A ello añadir la
aportación fotográfica de Guillermina García-Consuegra Flores, quien se encargó
del reportaje gráfico. Así, pues, agradecer a ambas su participación.
Y para finalizar, y como igualmente referimos en la ponencia, nuestro blog queda abierto a todo aquél y aquélla que quiera colaborar con sus trabajos, imágenes, fotografías, opiniones, sugerencias, etc. Para ello podéis contactarnos en patrimoniobajoguadalfeo@gmail.com
Y para finalizar, y como igualmente referimos en la ponencia, nuestro blog queda abierto a todo aquél y aquélla que quiera colaborar con sus trabajos, imágenes, fotografías, opiniones, sugerencias, etc. Para ello podéis contactarnos en patrimoniobajoguadalfeo@gmail.com
De la caverna al chalé.
Mientras medio mundo se acojonaba
ante la elección del paleolítico Donald Trump
como nuevo presidente de Estados Unidos, Almuñécar se sumía placenteramente
en este periodo histórico (cuyas características homínidas bien podían bosquejar
un perfil Trumperiano), así como en las sucesivas etapas de la historia
en las III Jornadas de Arqueología e Historia de la Costa Tropical que se han
llevado a cabo los días 8, 9 y 10 de Noviembre.
Estas jornadas contaron con la
colaboración del arqueólogo José María García-Consuegra Flores, que intervino
como representante de Patrimonio Bajo Guadalfeo y como miembro del grupo de
investigación local S.E.L. (Salobreña Estudios Locales), ofreciendo una charla
recogida bajo el título “La incidencia
humana en el paisaje costero de la desembocadura del río Guadalfeo”.
Una visión “un tanto somera para un periodo muy extenso”, apuntaba el propio
arqueólogo, dada la acotación temporal de estas intervenciones pero que sin
duda ofreció una visión panorámica muy completa y sugerente sobre la ocupación
y trasformación de este territorio por parte de las diferentes comunidades
humanas que en él se han asentado a lo largo de los siglos, de cómo hemos
evolucionado de la caverna al chalé, así grosso
modo.
La evolución de la línea costera
debido al proceso de colmatación, éste fue el punto de partida de esta charla
en la que los asistentes pudieron observar, mediante la proyección de imágenes,
cómo lo que en un principio era una espléndida bahía, fue transformándose en el
delta que es hoy.
“El paleolítico (sin noticias de
Dios)”, de esta forma tituló José María uno de los apartados de su intervención,
debido a que “las evidencias arqueológicas y materiales con las que
contamos son bastante escasas”, aseguró el arqueólogo. A pesar de ello los investigadores
no descartan la presencia humana en la zona durante este periodo por sus
condiciones geofísicas. “El hombre sería
paleolítico pero no era tonto y esta zona ofrecía muchas posibilidades de
obtención de recursos como, por ejemplo, áreas de marisqueo en el entorno del
promontorio de Salobreña”, afirmaba el ponente.
José María no quiso dejar pasar
la oportunidad para aclarar que una de las razones por las que se tiene poco
material arqueológico de este periodo no es solamente por la dificultad de
identificar los materiales si no se es profesional en la materia, dado el carácter específico y fragmentario de las
mismas, o por la trasformación del paisaje debido a que la subida del nivel del
mar provocada por la última glaciación inundara parte del territorio entonces
ocupado, sino porque "en gran medida esta
región ha suscitado poco interés en la comunidad académica", si bien hizo
hincapié en que esto ya ha empezado a cambiar, y son varios los investigadores
locales que poco a poco comienzan a darle un poco de luz a este periodo de la
historia tan desconocido.
El Tajo de los Vados, la Cueva
del Capitán, La Cueva de las Campanas o
La Sima de los Intentos son algunas de las zonas donde se han podido
hallar restos de asentamientos pertenecientes al periodo Neolítico “al ser ésta una etapa en la que los humanos
comenzaron a sedentarizarse, incidiendo en el paisaje e iniciando de este modo
su transformación”, el arqueólogo añadió que algunos de los materiales
hallados en el promontorio de Salobreña (y que se encuentran en el museo de la
localidad) que tradicionalmente se han atribuido a este periodo, “están descontextualizados, pudiendo adscribirse al periodo de la Edad del Cobre más que con el Neolítico”.
Muy a su pesar, y acompasando su
charla al devenir del minutero, José María tuvo que pasar de puntillas por
algunas de las etapas históricas en las que, por su expresión, le habría
gustado detenerse con mayor profundidad, como la Edad del Cobre, en la que
subrayó que el poblamiento pasa de ser disperso a ser empezar a concentrarse en
determinados asentamientos; o la Edad del Bronce en la que apuntó al Monte
Hacho y al Promontorio de Salobreña como los asentamientos capitales de la
región “concretamente en el promontorio,
como queda demostrado claramente por el material que se pudo recuperar y
documentar en la ladera oeste, la cual sirvió de escombrera en las obras de
restauración del castillo en los 60, así como restos constructivos de gran
porte documentados en las recientes excavaciones realizadas en el mismo
castillo, esta vez sí, con metodología y rigor arqueológico”.
La Edad del Hierro fue otra de
las etapas en la que introdujo a los asistentes José María, “momento álgido de la colonia fenicia de Sks-Sex,
actual Almuñécar”, continuaba el conferenciante sin dejar de lado la
relevancia del promontorio de Salobreña en este periodo, dada su localización
dentro del territorio del bajo Guadalfeo, ni tampoco al Monte Hacho, ambas
áreas con “una clara potencialidad
arqueológica y estrechamente vinculados uno y otro”, una interrelación e
interacción que los investigadores aún no han podido esclarecer.
La constatación de un posible
templo de época fenicio-púnica en el Peñón, con funciones protectoras para
marineros y comerciantes, o una posible área de embarcadero en la zona del
Portichuelo (curioso topónimo, ¿no?), un área de necrópolis con urnas
cinerarias en la zona de las actuales calles Carmen y Cristo de la localidad de
Salobreña, fueron otros de los aspectos mencionados por el arqueólogo respecto
al oppidum íbero que ocupó el
promontorio salobreñero en este periodo histórico.
Pasamos al periodo romano con
el pesar de dejar una época atrás de la
que aún quedaba mucho por escuchar en el caso de los asistentes, y mucho por
decir en el caso del conferenciante, pero con la apetencia de lo que de esta
nueva etapa histórica tenía que contarnos. Un periodo en el que ya se constata
un territorio completamente articulado y cuyos recursos son explotados de
manera sistematizada con la presencia de villas caracterizadas por su sencillez
estructural y por una marcada funcionalidad agropecuaria, que distaban
considerablemente de las lujosas villas documentadas en la vecina Almuñécar,
principal núcleo de población y única ciudad de la costa granadina.
A ellas, añadir la existencia de
alfares (figlinae) en la zona (rica
en arcilla y recursos hídricos), fondeaderos, modestas factorías de salazón (ceatariae) y las diversas explotaciones mineras
de las sierras vecinas. Todo ello no hace más que reflejar la importante e
intensa actividad comercial en la zona en época imperial, encarada de un lado a
dar salida a los productos del interior (principalmente aceite y vino) a través
de los diversos fondeaderos de la región (Salobreña, Torrenueva), y a
satisfacer las necesidades de las potentes factorías de salazón sexitanas. De
ahí que el arqueólogo calificara la región del bajo Guadalfeo como “la trastienda del negocio sexitano”.
La Salobreña islámica hasta la
llegada de los cristianos y el entorno del bajo Guadalfeo fue el último punto
abarcado por este arqueólogo en su exposición. Un periodo atrayente por la
cantidad de transformaciones acontecidas a todos los niveles. Fue esta Salawbinia una de las Mudun (ciudades, plural de Madina) destacadas del reino
nazarí, cabecera de un territorio propio articulado a partir de una serie
núcleos (alquerías) que, a su vez, contaban con una circunscripción propia con
propiedades y recursos explotados y gestionados de manera autónoma y autárquica
por su habitantes.
Refirió igualmente la relevancia de
la presencia real para el desarrollo urbano de la ciudad y las múltiples
intrigas palaciegas que tuvieron como escenario su alcázar-alcazaba; el intento
fallido de reconquista por parte de Boabdil en 1490 y de cómo ello supuso el
reforzamiento del control tanto de la alcazaba como de la población a manos de
militares castellanos; para culminar con la repoblación del territorio por
parte de nuevos pobladores cristianos debido a la gran emigración al norte de
África de la población musulmana, así como el reparto de tierras y propiedades
entre los principales protagonistas de la conquista.
José María finalizó su
colaboración en estas III Jornadas de Arqueología e Historia de la Costa
Tropical (JAHCT) agradeciendo y animando a las administraciones, tanto locales como
comarcales, a invertir, promover y fomentar la investigación local y comarcal y la celebración con más asiduidad de actividades de este corte divulgativo
y cultural, tan necesario para crear una sólida base en la que asiente la concienciación de la población con respecto al conocimiento, preservación y protección de su Patrimonio. Actividades, por otro lado, que nos ayudan a conocer mejor nuestro territorio,
nuestra intrahistoria y, por ende, a una parte de nosotros mismos.
Selló su intervención con la
proyección de una pintura que Delacroix realizó en uno de sus viajes, titulada
“Frente a Salobreña y la costa de Almería”, un lienzo que sirvió de elemento
retrospectivo sobre el tema principal de esta ponencia, la incidencia humana en
el paisaje costero de la desembocadura del río Guadalfeo. Una incidencia humana
ya remota pero con una contundente e inminente entrega a las puertas: Del chalé
al hotel. Seamos optimistas. Siempre nos quedará Delacroix.
Sara Flores Aneas.
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